Hace un tiempo a Jaime, un chaval de entonces 3 años, le
pusieron gafas. Pablo, un compañero de clase, empezó a hacerle preguntas a su
madre sobre las gafas de Jaime. La madre de Pablo resultó ser Anatxu
Zabalbeascoa (Barcelona, 1966), periodista especializada en arquitectura y
diseño. En el colegio de Jaime y de Pablo todos los años invitan a los padres
de los alumnos más pequeños a contar un cuento en el aula, y Zabalbeascoa vio
en las preguntas de Pablo que la historia de Jaime y sus gafas podría interesar
a todos los chavales, así que le dio forma. Su hijo Telmo, que entonces tenía
cinco años, empezó a hacer algunos dibujos. Durante más de un año continuó
haciendo ilustraciones. En 2010, la editorial Blume publicó aquella historia y
aquellas imágenes en forma de libro: Jaime y las gafas mágicas. La autora ha tenido el detallazo de contestar por
correo electrónico los gorjeos y graznidos de PAJARITO y PAJARRACO.
P. En la última
página del libro cuenta cómo surgió el cuento: un compañero de su hijo Pablo empezó
a llevar gafas y ante las preguntas de Pablo decidió escribir con él esta
historia; su hijo Telmo se hizo cargo de los dibujos. ¿Cómo surgió la
oportunidad de publicarlo?
R. Un amigo me presentó a Leopoldo Blume [director editorial de Blume] y yo
le llevé la propuesta. Funciona así. Piensas que está bien lo tuyo, a veces
gusta y otras (muchas) no. A Leopoldo le gustaron los dibujos. Luego leyó
la historia.
P. ¿Por qué pensó que
era una buena idea publicarlo?
R. ¿Por qué se piensa que las ideas son buenas? ¿Porque te gustaría leer el
libro? Porque gustó a los niños.
P. ¿Era la primera
vez que escribía para niños?
R. No. Tengo diez cuentos infantiles publicados. Cuatro en Tusquets [Valentina en Nueva York (2007); Valentina en París (2007); Valentina en Barcelona (2009), y Valentina en Madrid (2009)], cuatro en
Beascoa [Miedo a todo (2008); Miedo a no ser el primero (2008); Miedo a la oscuridad (2009), y Miedo a los perros (2009)] y uno,
posterior a Jaime y las gafas mágicas,
en Edebé [Ser o tener (2012)].
P. ¿Qué libros le
gusta o le gustaba leer con sus hijos?
R. Hay un montón de libros buenos y cuatro montones de libros malos. Me
gusta lo que hace pensar.
P. ¿Qué libros le
gustaban a usted cuando era niña?
R. Los que me hacían pensar o desear algo. Soy de la época de Los Cinco… [serie de 21 títulos escritos
por la inglesa Enid Blyton entre 1942 y 1963].
P. ¿Por qué empezó su
hijo Telmo a hacer los dibujos? ¿Fue iniciativa propia o se lo pidió usted?
R. Para ilustrar el cuento que yo debía contar. Le gusta dibujar. Es un
niño de su época y me pidió parte de los royalties
(creo que le compré un balón de baloncesto).
P. ¿Cómo ideó Telmo
los dibujos? ¿Le hacía usted sugerencias? Hay detalles muy sutiles.
R. Los detalles son cosa del niño. Creo que los niños nunca vuelven a
dibujar con tanta fuerza como cuando tienen 6 años. Luego lo hacen demasiado
bien. De hecho, en este libro se ve diferencia entre los primeros dibujos y los
últimos (no en orden del texto sino en orden cronológico). Se nota los que hizo
con 6 años y pico.
P. ¿Los dibujos cambiaron
u orientaron el texto de alguna manera?
R. El texto fue lo primero.
P. Esto le interesa
especialmente a PAJARITO: ¿qué técnicas usó Telmo?
R. No hay tratamiento digital.
Dibujo a lápiz, pintado con acuarelas y repaso con rotulador fino negro.
P. ¿Qué aprendieron uno
de otro, si algo, haciendo este libro?
R. ¡Que Telmo es un perezoso! A los
niños les gusta empezar cosas; acabarlas es otro asunto...
P. A nuestro juicio, uno
de los grandes aciertos del libro es la recomendación de lectura de la pág 2,
esa invitación a cambiar los nombres de los personajes por los de personas del
entorno de cada lector. ¿Cuánto debe
esa idea de adaptación o transformación de la obra a las necesidades o gustos
de quien la va a disfrutar en cada momento a su manera de entender el diseño,
la arquitectura y el urbanismo?
R. ¡El libro no tiene nada que ver con la arquitectura! Pero sí pienso que
las cosas deben servir a todos.
P. ¿Usan gafas alguno
de los dos, Telmo o usted?
R. Javier, el padre de Telmo. Azules y con mucha graduación.
P. ¿Le parecen las
gafas, en general, un objeto bien diseñado o un objeto fallido?
R. En general es difícil contestar. Hay de todo, bueno y malo.
P. ¿Cree que
confieren identidad, más allá de las gafitas redondas de Le Corbusier a las que
se ha referido alguna vez?
R. ¿Cómo saben eso? ¿Escriben sobre
arquitectura?
P. Dice que entender
el diseño y la arquitectura le ha ayudado a entender la sociedad y el mundo. ¿Qué sitio cree que ocupan los niños en el mundo hoy? ¿Hay un
esfuerzo por entender cómo piensan, sienten, actúan?
R. Un sitio alejado que nos está alejando a todos.
P. ¿Hay un
esfuerzo por entender cómo piensan, sienten, actúan?
R. Creo que la
ciudad
debería esforzarse por recuperar a los niños, y los padres, por que los
niños
recuperen la ciudad. Todos saldríamos ganando. Mis hijos fueron los
primeros de
su clase en ir caminando solos al colegio. Cuesta dejar ir, pero es
fundamental
aprender a tomar decisiones, a estar atento y poder descubrir la
ciudad. Una de las primeras entradas del blog que escribo en elpais.com, ilustrada, no por casualidad, con la cara de
Jaime (que,
por cierto, existe y se parece) que dibujó Telmo, hablaba de ello. Eso lo sigo pensando hoy.